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Quinto
Anda el Ministerio de Industria embarcado en una campaña de desprestigio del sector fotovoltaico. En una reunión celebrada el pasado 6 de mayo entre los representantes del sector y el Ministro Miguel Sebastián éste les recibió con estas palabras “habéis conseguido que se haya creado un consenso unánime en la sociedad española contra la fotovoltaica…”. No importa mucho el nivel de acomodo que estas palabras tengan con la realidad social porque, en cualquier caso, se las puede considerar como una profecía de inmediato cumplimiento. Su Ministerio de Industria trabaja en eso.
En ese sentido se pueden interpretar las múltiples filtraciones, declaraciones y documentos del Ministerio dando a conocer un presunto fraude generalizado en el sector fotovoltaico, su insostenibilidad, su rentabilidad más allá de lo razonable, su responsabilidad única y directa en la subida de la luz e incluso su nefasta influencia en la falta de competitividad de la industria española. Así, se sitúa a este jovenzuelo del sector energético como una losa que lastra la recuperación económica de toda la industria española. Todo esto se ha llegado a filtrar o decir desde el Ministerio con todo su poder de declaraciones oficiales y documentos con membrete de “Gobierno de España”.
El ministro Miguel Sebastián, el Secretario de Estado de Energía, Pedro Marín y la presidenta de la Comisión Nacional de la Energía (CNE), Maite Costa, se aplican a la tarea a destajo, con la intensidad y entusiasmo necesarios como para que el mensaje cale. Y es muy probable que consigan su objetivo porque como decía Goebbels, si una mentira se repite las suficientes veces, acaba convirtiéndose en la verdad.
Entre que esa profecía se cumpla o no se cumpla, sólo media una cosa: la verdad. Porque la verdad se sostiene a sí misma mientras que la mentira naufraga entre sus propias contradicciones y estas acusaciones están llenas de ellas.
El fraude nocturno fotovoltaico, esas presuntas placas solares que generaban electricidad de noche, es una falsedad con origen en el Ministerio, que se “destapa” a dos páginas completas y a todo color en un periódico de tirada nacional. Como consecuencia del “escándalo” se iniciaron tres investigaciones diferentes. Una por la Consejería de Economía y Empleo de Castilla León (en teoría la Comunidad más afectada), otra por la Comisión Nacional de la Energía y otra por parte de Nexus, agente del mercado, que lleva al mercado eléctrico aproximadamente el 30% de las instalaciones fotovoltaicas que hay en España. Ninguna de estas investigaciones ha detectado tal fraude. Ninguna anomalía. Nadie ha sido denunciado por estos hechos. Luego vinieron los desmentidos que ocupaban unas escasas líneas de los periódicos pero el daño ya estaba hecho, verdad o mentira, ya habían cogido a su “defraudador”.
En lo referente a la “insostenibilidad” la contradicción resulta abrumadora por lo evidente. Hasta hace muy poco tiempo las energías renovables estaban llamadas a convertirse en un pilar fundamental de la “economía sostenible” de Zapatero, un modelo que incluso podía ser exportado a la América de Obama. Hoy, sólo unos pocos meses después, en opinión de los mismos, estas fuentes de energía son insostenibles.
A día de hoy la rentabilidad de las instalaciones fotovoltaicas está en el entorno del 8%, exactamente la misma que el Ministerio consideró oportuna y razonable cuando sacó en el BOE su régimen económico. Sin embargo, resulta escandaloso observar cómo esta rentabilidad se considera excesiva sin mencionar que, según datos del 2008 recogidos por la CNE, una central nuclear genera su energía a un coste de 44,37 €/Mwh y la vende a 64,89 €/Mwh, es decir, con margen de beneficio superior al 46 %. En números redondos por cada Kwh fotovoltaico se generan 10 nucleares, es decir, el peso de la nuclear en la factura eléctrica es muy superior al de la fotovoltaica. A pesar de estos datos es la opinión del Ministerio de Industria que las energías renovables son culpables “al 120 % de la variación de la factura eléctrica”.
El primer país en potencia fotovoltaica instalada no es España sino Alemania, otro miembro de la UE, del mismo entorno económico, pero situado más al norte, con mucha menos radiación solar. Por eso a los alemanes les gusta venir de vacaciones a España, buscando su sol. Pues bien, siendo su potencia fotovoltaica instalada superior y aún sin contar con el espléndido sol de España, la industria alemana no sólo no está lastrada por su industria solar, sino que se apoya firmemente en ella para crear empleo, crecer y salir de la crisis a un ritmo que ya quisiéramos para nosotros. Otra contradicción más.
Pero entonces ¿a qué viene toda esta campaña de desprestigio? ¿Cuál es su fin?
Hay que justificar el próximo tijeretazo. Para cometer una enorme iniquidad, quebrantado las garantías dadas por el Estado no existe mejor estratagema que demonizar a la víctima. Así es como se puede salir impune y victorioso. Se está preparando un patíbulo para un linchamiento al que asistirá la sociedad en pleno a poner los vítores y aplausos. Al fin y al cabo hay que colgar a alguien por la conjunción, casi simultánea, de la subida del IVA y de la luz. Esta sociedad necesita una cabeza de turco en la que descargar su furia nacida de sus múltiples males y desgracias.
Eso lo sabe el Ministro. Así que ¿para qué administrar una lenta justicia cuando un linchamiento puede convertirse en un bálsamo inmediato?